"Métele la lengua!"

Espetó Miss Origami, efusivamente.

"Eso, eso! Pero hasta el corazón!" Y esa fue mi respuesta.

Así que llevo todo el día pensando en ese trocito de conversación que tuvimos antes de meterme en la cama.

Y no es que ya no sea una gamberra, o una hooligan como dice Edu, es que he evolucionado a otro tipo de gamberreo. Supongo que ahora empiezo a entrar de lleno en los 30 que cumplí hace casi un año.

No cuestiono lo que hago, porque si lo hago es porque me gusta y me da la real gana, no cuestiono mis decisiones aunque a veces tengan un prisma egoísta y no juzgo ni me arrepiento de mis actos porque soy consciente de ellos.

Quizá es que sea más yo que nunca, como si de una versión 2.0 se tratase. Quiero seguir siendo yo siempre, sin perder esas cosas tan mías... Como son el trocito gamberro de mi, el trocito infantil, mi humor absurdo, mi musicopatía...

Y es que me gusta beber agua en taza, ir descalza, reír de forma contagiosa, abrazar mucho, recordar a la gente que me importa la mucha falta que me hacen, mirar con descaro sonriendo tierna, cantar a pleno pulmón en el coche a las 7 de la mañana, dar los buenos días a desconocidos, hacerme un canelón con la manta para ver un capítulo de cualquier serie de zombies o moteros malotes ( guiño, guiño, codazo, codazo) con la boca abierta de par en par o taparme los ojos con cualquier cojín cuando una escena me da miedo. Me gusta llevar las muñecas cargadas de pulseras, besar cada mañana a mis compañeros de trabajo, comer chuches ácidas hasta que me duelan las muelas...

Y todo lo quiero a tope.

Así que la próxima lengua, que me llegue al corazón, por favor. De medias tintas, castillos de naipes, vendedores de humo y motos varias, no quiero saber nada.





Je rest avec toi

Les Presteej




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