Objeto.

No, instrumento mejor.

Me he dado cuenta de que busco hombres instrumentos. Que me hagan vibrar como lo hace un saxofón, que me hagan palpitar como un bajo o que me hagan implosionar como una batería. Sin restarle importancia al sexo, claro está, necesito que produzcan en mi esas sensaciones que me produce el Soul, el Blues, el Jazz, el Hip Hop, el Rock...

Pero como no restamos la importancia al sexo, ni a su instrumento, os tengo que contar que pasó hoy a la hora de la comida.

La historia empieza en que me voy a una conocida franquicia de comida basurilla con cuatro compañeros, a guarrear un poquito. Y como la cosa iba de guarrear, sin saber muy bien como, la cosa a desemboca en Penes. Sí, penes.

Siendo franca con ellos, y conmigo misma y el resto de mujeres, les he dicho que el tamaño sí importa. Importa para meter. El otro día, en una cena de chichis, relataba una amiga mía que si mide menos que un paquete de tabaco se considera micro pene. Y si queridos, claro está que he tenido micro penes en mi vida. La mayoría, el 97% diría, son conscientes de la carencia y se esmeran en calentarte hasta límites que desconoces. Y suelen ser hábiles con dedos y lengua, porque, claro está, no todo es meter.

Pero, ay!, los que no son conscientes de ello... Para que más. Pero la conversación ha seguido su rumbo... Felaciones, estimulación, caras de micro pene, barrigas a modo de barrera postural, repulsión hacia las pelotas... Pero lo más divertido es haber hablado de esto con cuatro chicos. Porque también se han quejado! Se han quejado de tías que no saben chuparla, de polvos con mujeres estáticas... Y de cuanto daño a hecho el porno... En ambos lados, eh! 

Ni todos te van a hacer gemir como una perra en celo solo con metértela ni todas somos estrellas del porno con hamburguesita entre las piernas y un culo dilatado a todas horas.

Y mi conclusión es: Hay falta de comunicación por ambos lados. O empezamos a guiarnos mutuamente y hacemos que un puñado de polvos sean dignos de inmortalizar en los anales de la historia o me pongo a invertir en vibradores y vaginas en lata.

Así que para follar, también hace falta hablar, queridos!