Nisí

Pasada la Santa Semana, mis queridos bastardos, vuelvo a la carga con la clasificación del sexo opuesto.  Y es que empiezo a sentirme identificada con el título de la serie: Ciega a citas. Porque una vez perdido el miedo a los primeros 20 segundos del encuentro, todo es más fácil.

Después de nuestro querido Nifli llega un nuevo espécimen:

Lo he denominado Nisí (Ninó).  

Que es como un ni contigo ni sin ti. El Nisí es ese mismo sujeto que a lo largo de los años se cruza en tu camino haciendo pequeñas apariciones estelares. Normalmente esos encuentros son amables, casi amorosos y divertidos. Pero sin saber cómo o porqué desaparece en una nebulosa y le pierdes el rastro. Y como el nivel de imbecilidad que he albergado tantos años estaba a nivel estratosférico, a mi Nisí, lo convertí en un amor platónico.

Cuando esto me sucedía años atrás provocaba en mi un desconcierto y una sensación de inseguridad que se prolongaba durante bastante tiempo. ¿Cómo puede ser que desaparezca si esa tarde lo pasamos tan bien y tan a gusto? ¿Por qué se empeña en convencerme de que no va a esfumarse si luego es humo durante los meses siguientes? ¿Qué hago mal? Intentaba, por todos los medios, entender el porqué de esa desaparición si, aparentemente, congeniábamos en muchas cosas, nos llevábamos bien, reíamos y éramos capaces de abrazarnos aunque hiciese largos años que no nos encontrábamos.




Y a pesar de los constantes desplantes yo seguí creyendo que aparecería el día menos pensado para declararme su amor bandido, escondido todos estos años tras el pánico del rechazo y el miedo de la posible catástrofe que podía acontecer si entrelazábamos nuestros caminos.  Soñé con un Big Bang de sentimientos, de pasión descontrolada, de piel contra piel durante horas… pero no. Mis expectativas quedaron siempre en cuatro roces tontos, tres sonrisas y una par de besos a medio dar que daban paso a una despedida insulsa.

Ni si, ni no, ni contigo, ni sin ti.

Solo hay una diferencia, que ya no tengo 20 años.  Y que hoy juego a todo o nada. Anoche rompí con las medias tintas. Así que no quiero en mi vida más Nisis, Ninos ni nada que no me haga feliz.

1 comentario:

  1. Un clásico de los que dejamos atrás la veintena, este "Nisí". Y suele aparecer en casi todos los aspectos sociales de nuestra vida: compañeros/as de trabajo, conocidos/as, amigos/as y evidentemente relaciones más o menos erotico-amoroso-festivas.

    Llego a la conclusión de que estos fenómenos son como las estaciones. Se les intuye o bien aparecen de repente cuando menos te lo esperas. Las disfrutas, las vives, las sientes, lo transmites, entras en una especie de espiral sin aparente fin y de repente, sin apenas pensarlo, se esfuman.

    Pero más allá de añorar su presencia, la virtud de la madurez es aprender a comprender que volverán, tarde o temprano.

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