Samurái


Cuando empecé este camino, queridos bastardos, lo empecé sola. Pero a lo largo del camino he conocido muchas personas que me han ayudado, que han posado su mano en mi hombro cuando más lo necesitaba, que me han guiado, que me han enseñado a mirarme con sus ojos para crecerme y hacer frente a esas situaciones que muchas veces me hacían sentirme pequeñita.

Como pequeños pétalos de cerezo alfombraron mi camino y me enseñaron a apreciar la belleza del camino y a disfrutar de los pequeños detalles. Pero me gusta pensar que yo también fui pétalo. Y en cinco centímetros por segundo un día fui a parar en el hombro de un guerrero.

Altivo, frío y distante. Parecía ajeno a toda la calidez del paseo entre los cerezos.  Dolorido y resentido por antiguas heridas de guerra que se convirtieron en parte más de la coraza. Con miedos tornados en hostilidad a los sentimientos, pues así, el guerrero es siempre más mortífero y resistente en el campo de batalla.
Para entonces era yo ya un pétalo fuerte y sin temor, así que me atreví a asomarme por el precipicio de sus ojos y lo vi. Lo vi pequeño, agazapado y rodeando con sus brazos sus rodillas tiritando. Decidí saltar por ese barranco de pestañas y le abracé.

Le abracé fuerte.



Le di cobijo, una comida reconfortante y motivos para alzarse y luchar contra si mismo. Al principio pareció no sentirse cómodo con la idea de mostrar sus debilidades, pero poco a poco se dio cuenta, él solo, de que no podía vivir constantemente con heridas sangrantes bajo su armadura. Y me dejó hablarle de piel a piel como otros, tiempo atrás, hicieron conmigo.

Partió, con la armadura a medias, pues no es tarea fácil despojarse de esas malas costumbres, y una sonrisa entre temerosa y excitante por la senda que frente a sus ojos se abría.

Veo, hoy en día, piezas de esa armadura por el camino. Tengo la suerte de poder ver al hombre que había bajo ese caparazón y me siento orgullosa de tener gente tan valiente a mi lado. Y me siento agradecida por poder contar con tan fieros guerreros a mi lado, porque luchar por despojarse de ese peso no es contienda gustosa para nadie.


A mi pequeño samurái, sabes que puedes contar conmigo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

copyright © . all rights reserved. designed by Color and Code

grid layout coding by helpblogger.com