Puedo.

Vivir con o sin ti.

Diría que es la canción de la semana.

Después de una cenita de esas reconstituyente con una de mis personas especiales y después de unos twitteos festivos nos fuimos a disfrutar de un ratito de música...

Sí, de esos que hacen que de golpe unos cuantos acordes me conviertan en un amasijo de saltos... El sudor corría por mi espalda... con el pelo empapado bailé como si la mismísima Tina Turner me hubiese poseído... Canté como si de mi garganta saliese una voz angelical... y arrastre a Momito a un dúo infernal de coreografías imposibles... Y luego estaban mis ojos.

Mis ojos, esos que no tienen nervio óptico. Esos ojos que hacen que todo lo que hay cerca se esfume.
Aunque a estas alturas ya sabéis de que hablo, os diré que ayer no tartamudeé tanto y que, incluso, fui capaz de corresponder a un beso y un abrazo de esos que hacen que no puedas dormir porque la sonrisa es más fuerte que el sueño.

Casi al despertar seguía casi igual... Igual pero diferente. Consciente de la situación pero sedienta de estas sensaciones que no voy a dejar pasar, aunque sea todo algo así como un cuento... Un cuento que a veces tiene sus trocitos de realidad, que por una u otra razón, hacen que sienta una de las cosas más especiales que imaginé.

Todavía no he bautizado ese revoltijo de sensaciones, pero algún día lo haré. Y hoy quiero darle gracias a Momito... Por decirme que soy su ídolo por mi integridad y seguridad, por ser única y muy de todo...

Así no hay días malos...






Aún puedo vivir con o sin ti.