Mono.

A veces, queridos, aparece alguien, sin más.

Sin avisar y sin pedir permiso y sin quererlo ni beberlo se convierte en un pedazo de ti. Se convierte en esa persona que necesitas cerca cuando estás bien, cuando estás mal o cuando, simplemente, estás. Se convierte en un pedazo de ti, se convierte en esa parte de ti que justo necesitas.

He tenido la suerte, a lo largo de mi vida, de conocer gente maravillosa. La mayoría siguen a mi lado, tendiéndome la mano en este año difícil, consintiendo mis momentos bajos pero tirando de mi para sacarme, arrancándome sonrisas hablando de nada durante horas y luego está el.

Mono.




Mono aguanta que le haga cambiar de sillas mil veces cuando tomamos el vermouth del domingo. Mono se sube al tren conmigo, aunque a cinco minutos de donde estábamos tenía una parada de metro que le dejaba en su casa, para acompañarme medio camino. Mono me pide que le avise cuando llegue a casa para quedarse tranquilo. Mono me da las buenas noches aunque hayamos estado juntos todo el día.

Mono me deja hundir mi nariz en su cuello cuando se perfuma. Mono hace que llamarle gilipollas sea algo especial. Mono se acerca a mi mesa solo para ver como va la mañana. Mono me conoce ya casi más que yo a mi misma. Mono me regala momentos de silencio en compañía y chistes que no sabe contar porque simplemente es lo que necesito en ese momento.

Mono es mi monito. Sin más. Mono está por encima del amor, de la amistad o de la hermandad... o de como coño queráis llamarlo. Mono es, simplemente, uno de esos pedazos de mi que me hacen mejor persona, que me empuja a seguir caminando, que me recuerda que hay que superar el día a día con una sonrisa, que me confirma de que no debo de perder la fe en las personas.

Mono es una de esas manos que no quiero que me suelten nunca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

copyright © . all rights reserved. designed by Color and Code

grid layout coding by helpblogger.com