Principios.

Que no orgullo, mis queridos bastardos.

Me ha costado mucho darme cuenta de que carecía de ellos y me sobraba el orgullo.

Pero también me está costando librarme de las neuras y esos arranques hormonales tan típicos femeninos los cuales excusamos siempre con la menstruación.

El último espécimen del que os hablé sigue en el laboratorio. Las pruebas siguen sin ser concluyentes.

Cuando estoy apunto de llegar a alguna conclusión lógica me acaricia la mano mientras ha escogido que suene Jazz de fondo y llena un par de copas de vino sonriéndome. Y me despista por que una vez pasa el umbral del laboratorio es prácticamente como si desapareciese sin dejar rastro.

Aun que vamos a dejar de tratarlo como un ratón de laboratorio y vamos a ponerle un nombre. Le llamaremos Mr. P.

Al parecer Mr. P es un tío con las cosas bastante claras, un trabajo vocacional que adora, responsable con su familia, una capacidad de conversación bastante desarrollada y un sentido para el sexo, respecto a la mujer, bastante bien elaborado. Es lo que tiene que ser en cada momento que debe serlo.

Entonces, ¿Por qué le doy tantas vueltas al cuando no está conmigo?

Por que por desgracia, creo, me gusta de verdad... Y el desconocimiento sobre el terreno y el rumbo me asustan más que ilusionarme.

Así que una vez libre de orgullo, trabajados mis principios y encaminadas mis inseguridades voy a empezar a fluir, como muchos me dicen. Empezaré a usar las llaves en vez de encadenarme a esas dudas que me asaltan de forma constante y desagradable.

Durante el día de hoy, igual, si me animo os cuento que tal las vacaciones.

Feliz jueves.