No recuerdo con exactitud la primera vez que vi Star Wars, pero si recuerdo ser pequeña. Me vienen flashes de los blasters y los sables laser zumbando por el salón, rebotando en mi cabeza infantil que imaginaba, cuando la metían en la cama, que era miembro activo de esa facción rebelde con una princesa atípica.
«La linea entre la vida que quiero llevar y la que se espera que lleve es tan fina como un Hutt después de un buffet libre.»
-Leia Organa en su diario en el 9 ABY
Bastantes años después leí esta cita y me hizo reflexionar.
Siendo una adolescente no era como mis padres esperaban que fuese. No paré hasta conseguir cortarme el pelo, era poca amiga de la ropa típica de chica, prefería unas deportivas a cualquier zapato y solía tener mejor conexión con chicos que con chicas… A pesar de haber sido matriculada en un colegio femenino. No tenía una actitud refinada, mi forma natural era tosca y me divertía con cosas poco comunes en las jovencitas de mi edad.
Desde series como Evangelion hasta el rap más underground pasó mi adolescencia, para disgusto de mi madre, principalmente.
Como suele pasar con los años me moderé, incluso me animé con las faldas y le perdí el miedo al rosa… Pero seguí sintiéndome como parte de esa rebelión. Y supe que no tenía nada malo ser así, a pesar de vivir episodios de autodesconfianza y dudas.
Leia era la princesa peleona, independiente, de fuerte carácter y claras convicciones que la llevaron a luchar durante toda su vida por la causa en la que creía. Leia peleó, incluso con aquel que se convirtió en el padre de sus hijos y otros seres poderosos de la galaxia, por su libertad y su poder representativo tanto en el senado como en la Nueva República y en la resistencia.
Llegó a general, orgullosa y respetada, por su persistencia y su tesón en esa difícil labor de liderar una rebelión.
Como sabréis tod@s, a estas alturas de la película, en el cine fue encarnada por Carrie Fisher, que nos dejó el pasado 27 de Diciembre. Y no podrían haber escogido a nadie mejor para interpretar a Leia. Carrie Fisher fue una acérrima luchadora por los derechos de las mujeres, clamando por la opción a decidir, incluso le dijo a Daisy Ridley que luchara por su vestuario, que no permitiera que la convirtiesen en una esclava como a ella, refiriéndose al famoso bikini que lució en El retorno del Jedi del que también dijo “Por qué no le cuenta a su hija que el personaje lleva esa ropa no porque ella lo escogiera, sino porque la obligaron a llevarla” o “Ella fue obligada a llevarlo. Es prisionera de un testículo gigante que tiene una gran cantidad de saliva y ella no quiera usar ese traje. Al final, esa cadena que usted ahora está indicando, es algún tipo de accesorio sadomasoquista que se utiliza para matar al testículo. Dígale que un testículo gigante me capturó y me obligó a llevar ese traje estúpido, y luego lo maté”.
También se impuso a los comentarios acerca de cómo había envejecido al aparecer en El despertar de la fuerza diciendo que no se preocupara nadie, que su cerebro no había envejecido tan mal como su cuerpo, y tan ancha.
Después de muchos años en una espiral de drogas, alcoholismo y depresión le diagnosticaron trastorno bipolar. Y luchó por la normalización de las enfermedades mentales, fue una de las pioneras en esta batalla, en una entrevista dijo “Estoy enferma, no me siento avergonzada por ello. He sobrevivido a mi enfermedad y sigo haciéndolo”. Nunca ocultó sus tratamientos, es más, hablaba con tanta naturalidad de todo lo que envuelve a esta enfermedad que significó un cambio esencial y provocó el enfrentamiento directo con esos desconocidos y estigmatizados trastornos.
Por su lucha, su activismo y rebeldía,
Gracias, General.