Speed

Sí, queridos míos, Speed.

Me refiero a esa película donde un joven Keanu encarna al típico poli jovenzuelo chulitierno que se convierte en el héroe de un autobús sin frenos.

Diría que fue una de las películas que marcó mi adolescencia, más que por el argumento por el protagonista, pero es lo que hay. A la hora de consumir cine tengo poco filtro, no nos vamos a engañar, pero a todo le saco jugo.

Recuerdo la escena del final donde la conversación viene a ser algo así como:

- Las relaciones basadas en la acción nunca funcionan.

- Tranquila, la basaremos en el sexo.

Hoy os digo que, ni una ni otra, funcionan.

Hace menos de dos meses me envalentoné y aposté por un relación que empezó con bastante acción. No nos conocimos en un autobús con una bomba pero si acabamos descarrilando. Admito que tardé, algo así como una semana, en formar parte de la acción... ya sabéis, miedos, dudas... Pero lo hice.

Que carajo, como diría el madurito de Anatomía de Grey, luchaste, amaste y perdiste. Cabeza alta.

No me arrepiento del como ni del cuando ni del donde y por suerte saco un buen aprendizaje de todo esto. Y el más grande de ellos es el volver a dejarme querer. Que, como tarea, me he dado cuenta de que no es nada fácil porque implica muchas cosas.

Implica llenar tu casa de recuerdos, de olores, de voces que ahora quedan lejanas. Implica hueco en los armarios, costumbres que adoptas con facilidad para luego hacer esfuerzos titánicos en dejarlas poco a poco de lado o esto o aquello de cuando lo cotidiano se convertía en un momento especial del día.

Pero también implica ese calorcito de sentir o ese temblor de suelo al oír la puerta del ascensor y esa ilusión de compartir más allá del mobiliario. Aunque ello signifique arriesgar y arriesgar signifique no siempre ganar.

Y que haya llegado el fin tan rápido como llegó el principio no es más que el reflejo de la experiencia y la madurez de dos personas que fueron conscientes de que seguir así no iba a buen puerto.
A pesar de que hace dos escasas semanas me planteaba cerrar el blog, que me veía ya como esposa preparando colacaos a las 6 de la mañana, hoy agradezco no haberlo hecho. Sigo expresándome mejor escribiendo que hablando y gracias a la fragilidad articular de mi tobillo he tenido mucho tiempo para pensar, ordenar y continuar.





Así que la aventura solo ha tenido un pequeño parón y volvemos a la carga. Posiblemente de forma más serena pero igual de ácida y soez que siempre. Volveremos a descubrir nuevas especies (y subespecies), hablaremos con el soltero, entero y con perro de su libro y pisaremos la jungla con los machetes bien afilados.

Summer is coming, pequeños.


P.d: Seguimos sin gatos.

1 comentario:

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