Y hoy en día sigo pensando en quien y como y que sentiré. Sé también que el que nunca me hayan preguntado eso de ¿Quieres ser mi chica? (o variantes) no es nada trascendental en las supuesta cuestiones que se debería formular alguien con mi edad.
Muchos pensaran que no es más que una tontería de esas que se acentúa a la que la revolución hormonal que padecemos mensualmente se acerca. No.
Es mi oda al romanticismo de las ilusiones. No veo que tiene de malo seguir ilusionándome cuando siento... Cuando algo provoca en mí esa reacción quimiomística que llamamos mariposas en el estómago, el tembleque de las piernas o, como me gusta a mi decir, hace ruidito por dentro. Cuando me enamoro.
Y es que el otro día, hablando con Mono, me dijo que nos enamoramos poco. Y tiene razón. Vivimos tan estresados por todo que se nos escapan los días entre los dedos sin esa chispa.
Enamórate de esa hora del café que compartes entre cotilleos, de esa canción que suena en la radio cuando vas en el coche y te hace subir el volumen a dos calles de casa, enamórate de esos macarrones sosos que cocinas bailando a ritmo de Mecano o Alaska, del té humeante entre tus manos una mañana de domingo, del sol de invierno. Enamórate de las cuerdas de esa guitarra y de los dedos curtidos que la tocan, del borboteo de un acuario y del silbido de la brisa que se cuela por la persiana. Enamórate de las dudas, las ilusiones y hasta los palos que a veces no quieres ver venir.
Enamórate del despertar ajeno, de las plazas escondidas y de los desconocidos que te sonríen esas mañanas inciertas. Enamórate de tu propia sonrisa a cara lavada, de tu piel agrietada por las imperfecciones del tiempo y de esas ojeras que te recuerdan a cuantas horas bailaste la noche anterior. Enamórate de ese olor aunque no lo vayas a volver a sentir, de esas yemas que pasean cinturas y de esas sonrisas pasajeras.
Enamórate, sin importar el mañana, ni las conjunciones, ni las preposiciones...
Vamos a dejar de pensar tanto y a enamorarnos más, que el tiempo para preocuparnos, nos sobra.
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