Ayer cuando llegué a casa, para perpetuar la tradición, me
eché en el suelo del balcón. Con mi traje de noche, en camisón vaya, sonando
Amparanoia y con un Cherry Coke miré al cielo y fantaseé.
Cuando me di cuenta de todo lo que pasó por mi cabeza en solo
unos minutos frené y medité. ¿Tiene algo de malo que conserve aún esa
imaginación? ¿Esa capacidad de hilar historias maravillosas, a pesar de que
casi nunca se cumplan? Pero, ¿Y las que se cumplen? ¿No es eso más maravilloso
aún?
Suspiré en mil lujurias y paseé por algún que otro recuerdo.
Recordé algún susurro y suspiré temblando.
Casa milímetro de piel se
sensibilizó hasta casi palpar el viento y se me escapó una risita divertida. Entonces
miré al cielo y pensé:
Y, ¿Qué tiene de malo?
Algunas pueden que pasen, otras no… pero sin esas pequeñas
puertas a submundos modelados a placer el
día a día sería demasiado monocromo. Así que, desde mi punto de vista, no tiene nada de malo evadirse en ellas sin que te absorban, que los excesos, en todo, no son buenos.
Se acerca un finde con fiestas, que empiezan esta noche y
quizá acaben en fantasía, o no. Justo ahí es donde está la magia… En la
incertidumbre, en los nervios y en las dudas que, a pesar de ellas mismas, se
puede disfrutar a fondo de lo que la noche nos ofrezca!
Feliz viernes!
Jijiji no eres la única que fantasea con historias q no se cumplen, yo llevo toda la vida haciéndolo y en ese momento me lo paso pipa y me abstraigo de otros problemas...nos vamos al viaje de nunca jamás??
ResponderEliminarSoñar despierto es gratis, yo lo hago cada dos por tres. Mis compis de curro dicen que me pongo en standby.
ResponderEliminarLa fantasía es algo que no hay que dejar escapar.