El viaje


Y es que, queridos míos, una de esas cosas de volver a empezar es decidirse a viajar.

Sin apenas darme cuenta ayer me encontré respirando el denso aire de una estación de tren que se convertía en mi punto de salida de mi primer viaje en años sola. Sí, sola, con mi maleta fucsia, sonando algo de reggae de fondo y leyendo California 83 de Pepe Colubi y, sola, riéndome como una loca.

Al principio es extraño ver como ninguno de esos viajeros van solos, todos charlan animosamente en el andén, presos de ese nerviosismo que produce la excitación del viaje y cuando al fin encuentran sus butacas, empieza el viaje y de golpe... silencio.

Silencio repentino y hasta incómodo en el que, hasta ahora no había reparado jamás. Y es que, a veces, la compañía hace que te obligues a hacer cosas que dan pereza, miedo o incluso pavor cultural hacerlas por y para ti mismo. Antes de lo que me di cuenta llegué a mi destino pero aquí, aquí no estoy sola...

Y, en el fondo, nunca estamos tan solos como nos gusta creer... Ni aquí ni allí nos falta la mano amiga y empujón que nos inspire esa fuerza para seguir adelante.


Hoy, besos Cenizos, a 40 días del próximo viaje.

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